La ciudad merendando mira despistada el atardecer. A estas horas todo se vuelve un poco menos malo.
Aquellos colores rosados inundan y ahogan las penas de los más melancólicos.
Escritores y poetas buscando inspiración por la ventana, piensan que, como todo, las ideas también son pasajeras.
Al otro lado de la ciudad los niños sueña con ser su jugador de fútbol favorito correteando detrás de un balón en el parque de enfrente.
Las cafeterías abarrotadas pero sólo unos pocos pueden llamar a ese asiento su asiento y decir que aquello es su casa.
Pocos entienden que las mentes más brillantes despierta cuando nadie lo hace. Bien de madrugada, bien al caer el sol. Son diferentes, por eso van a contracorriente.